Secretos resultan los sonidos de tus pies amuleto para un amor ventrílocuo aprendiz inquebrantable de una fortuna anestesiada por los acertijos en las agujas. La mirada atenta del voyeur almacena una elegancia una idea de los límites un atajo al precipicio fósiles de la serendipia. Me replanteo si esta limerencia se disuelve entre los dedos como una catapulta efímera haciéndome huésped en tu nombre.
No importa ser un despojo que quizás muera las caricias demuestran una realidad que no es eterna estallarán los nervios por satisfacción de una herida abierta y descubriré las entrelineas de tus suspiros encendidos. Maldije el no estar con vos, esperando caer el sol quizás el aire de tu boca resulte ser mi elixir como una flor que encuentra consuelo en el viento tú mirada dejará un par de recuerdos para añorar. Será verdad que no crees que estaremos en la eternidad no quisiera que se confunda la plegaria de cada existir si cierras tus ojos mi presencia sentirás con cada palpitar y que una mañana, me veras despertar Si me seduces con cada fiel movimiento al caminar sueles dejarme algunas palabras para entrelazar hay vacío en mi garganta, pleno de soledad que viste entre pétalos cayendo que dejaste escapar.
Tuve un sueño hace unos días: recorríamos el mundo con un chasquido de dedos, mientras nuestros cuerpos caen suavemente en el atardecer atrapándonos en aquel ocaso y así entrelazamos nuestras manos para poder perdernos entre nuestras palabras. Entre mis brazos sostengo cada parte de prejuicio. Mis ojos arden al querer soñar una esperanza, memorias de estas pequeñas pérdidas estas luces nos harán silbar ilusiones. La vida me obliga a citar un par de tragedias extrañando cada una de mis disculpas. Si la negligencia hace que altere mi control este grito será tan fuerte, tan frágil que capaz me muera con un simple simulacro. Me prestarás tu piel para canalizar la debilidad con un gato negro a los pies siendo postal mientras llueven besos. Quizás sea cursi decir que todo es tan simple pero aunque no lo creas estoy cansado de pedir perdón. Ahogué el tiempo en tus manos susurrando heridas con sutileza somos culpables de la sangre que anuncian nuestros labi...
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